-LA SANIDAD, ENTRE HEROES Y VILLANOS-

Es, cuanto menos sorprendente, esta desvinculación del socialismo asturiano, con la situación actual de la sanidad en Asturias. Tal parece, que esta, no haya sido una consecuencia directa de las políticas aplicadas en la región, por los diferentes responsables de la docencia, la asistencia y organización de la misma. Por eso, es a todas luces inadmisible, que el máximo responsable de la acción de gobierno en el Principado, trate de endosar a los médicos, un fracaso asistencial que solo es debido a una mala gestión, ideologizada desde la asunción de las transferencias, y como tal, gestionada por los afines, más que por los capaces.

La politización de la sanidad, no es un hecho novedoso, pues ya desde el consejero Rodríguez Vigil (ajeno al mundo sanitario) hasta el día de hoy, la sanidad fue dividida entre la pública y privada. Entre la dedicación exclusiva, hasta la negación del reconocimiento del mérito y la capacidad, que solo otorga el paciente y usuario, que quiere que su problema, sea atendido por el profesional más cualificado, o en su defecto, aquel en el que tenga más confianza. O sea: la elección de médico ¿se acuerdan?

Pues todo lo dicho, más lo que se puede añadir, que daría para “un libro negro”, han traído como consecuencia, que, aparte de diecisiete diferentes gestiones sanitarias en España, en Asturias exista igualmente otras tantas que van por libre (quince dice la administración del principado). ¿Qué ocurre, para que la imagen que se está dando, y que los hechos confirman, sea, la de un divorcio entre la administración y el personal sanitario? ¿Como pudieron ser “héroes” los mismos que ahora parecen “villanos”, a tenor de lo escuchado al Sr. Barbón?

La sanidad no se construye de espaldas a los profesionales. Y mucho menos, haciendo coparticipes a sectores de la sociedad, que solo tendrían voz, pero nunca voto, ya que lo concerniente a la salud, no puede regirse por mayorías y minorías, que, en muchos casos, son desconocedoras del sector.

Si a todo esto le sumamos, la participación de sindicatos ideologizados, el resultado es, lo que hoy se aprecia. A saber: Personal con dedicación exclusiva, pero que no está al servicio de todos los centros sanitarios de la región. Es decir: son inamovibles. Profesionales con plaza intocable, que no ven peligrar su puesto hagan lo que hagan; y como no: una des personificación de la atención, sustituida por paneles y monitores, que desnaturalizan lo que de humano deben de tener los centros sanitarios y que desgraciadamente están copiando las clínicas privadas.

De igual manera, no parece haber dado resultado, el hecho de que el ser funcionario público, se haya generalizado a sectores de la sanidad, que los hacen intocables, pues no ha mejorado ni la disponibilidad que se espera de ello, ni la “productividad” que este enviable estado da. Pues la falta de competitividad, no mejora en nada: ni la calidad asistencial, ni la docencia ni la investigación.

 Seamos claros: Al que vale, hay que pagarle, si no, se va. Y si se va, aquí solo quedaran los mediocres. Y si solo quedan los mediocres, nadie vendrá a que estos, les formen, porque poco o nada es lo que les pueden enseñar. De ahí. el que alguien debiera de recapacitar, y preguntarse el por qué, cada vez menos licenciados en medicina, piden hacer el MIR, en Asturias. Y de esos pocos, porque ninguno de los mil primeros o hacen.

No eran héroes antes, pues solo han cumplido con su obligación, por la que se les paga y a la que voluntariamente han accedido; y no son villanos ahora, porque se enfrenten a una administración que no cuenta con ellos. Simplemente (aunque parezca inalcanzable a los del “café para todos”) tienen conciencia profesional, y saben que los Centros de Salud, no son grandes superficies, donde quien a ellos acude, lo hace por algo muy distinto, al acudir al casi ya mal llamado “medico de familia”.

Hay que diferenciar, la salud del consumo. Las personas de las cosas, y el numero frio, por el trato humano. Por todo ello, los Centros de Salud, deben de estar abiertos; las listas de espera, con especial hincapié en los tumores, deben de estar fuera del populismo público-privado, y aprovechar toda la estructura sanitaria de Asturias, para reducirlas a la mínima expresión, pues aquí nos jugamos la salud, y no otra cosa.

Volvamos a otra normalidad. Volvamos al trato personificado y humano. Hagamos, que el paciente este lo más próximo posible a su médico, y lo menos alejado de su familia. Volvamos, en suma, a practicar una medicina, no cosificada y si humanizada.  De lo contrario, el sector público, quedara para, lo que en su día fue el HGA ¡Para los pobres!, que al final han tenido la mejor asistencia que la que se les prestaba a los afiliados a la Seguridad Social. Claro que aquello, eran otros tiempos ¿verdad? Pues si…No existían las ideologías desintegradoras, venían los mejores ha realizar el MIR, y éramos referentes en España y en Europa.

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